Amor y odio
William L. Shirer.
Traducción de Carlos Manzano Anaya y Mario Muchnik
Editores Barcelona,
1997 $ 30.000
Aún
recuerdo la repulsión que me produjo la lectura de La sonata a
Kreutzer, de Tolstoi, a los 16 años. Tanta y tan feroz misoginia solo la
entiendo ahora, al leer este
espléndido libro, el cual muestra de manera
descarnada la turbulenta y dolorosa relación conyugal entre Tolstoi y
Sonia, su mujer.
Todos conocemos la historia, dramática y grotesca al
mismo tiempo, de ese hombre de 82 años huyendo aterrorizado de su
esposa en pleno invierno por toda Rusia, para ir a morir de neumonía en
la isba del jefe de una insignificante estación de ferrocarril. Pero
poco más se sabe de esa tragedia.
Amor y odio relata los 48 años de
convivencia entre Tolstoi y Sonia. Se basa en los diarios que cada
uno llevaba de manera muy puntual. Así, el lector conoce las versiones
de ambos sobre los conflictos, algo verdaderamente excepcional, que
convierte esta obra en una biografía doble y sumamente apasionante.
Porque
si Tolstoi era quien era: en su momento un dios en Rusia y un ídolo
para el resto del mundo, además del gran escritor, Sonia fue una mujer
que no se que le quedó atrás en personalidad e inteligencia. El vínculo
entre ambos fue siempre muy fuerte y en los primeros 20 años hubo
armonía y una paz relativa. Todo cambió, sin embargo, a raíz de la
famosa 'conversión' de Tolstoi, cuando comenzó a predicar la castidad
aun entre casados y la pobreza como ideal de vida.
Lo malo fue que
quiso inducir a su esposa y a sus numerosos hijos a seguirle. Su
propósito era regalar sus tierras a los campesinos y no cobrar derechos
de autor por sus obras, para que pertenecieran a la humanidad. Muy
bonito, pero en su caso todo era de dientes para afuera, según se
desprende de la vida que continuó llevando: mucho lujo y comodidad y
tantos hijos como la naturaleza le permitió a Sonia.
Esta veía tales
contradicciones y se enfurecía, pero además debía luchar contra su
marido para que no pasara del dicho al hecho y quedaran todos en la
miseria. Así comenzó una guerra que iba a durar casi 30 años. A ella
se sumó un devoto discípulo del tolstoismo, Vladimir Chertkov, cuya
influencia sobre su maestro fue intensa y nefasta, pues su principal
empeño estuvo en desplazar a Sonia y quitarle todos sus derechos. Poco a
poco la mujer fue cayendo en la locura.
Si la escena final de la
relación fue tan triste y dramática para Tolstoi, para Sonia no lo fue
menos: hay una foto en la que ella aparece empinada, mirando por la
ventana hacia dentro de la isba donde agonizaba su marido, pues no le
permitieron entrar hasta que perdió el sentido para siempre. A la par
de esta singular tragedia, el libro muestra la génesis de las obras
de Tolstoi, también a través de los diarios de ambos esposos, lo cual
resulta excepcional en la historia de la literatura de todos los
tiempos.